La pandemia de COVID-19 supuso un duro revés para el sector del transporte de mercancías por carretera en toda Europa. De manera homogénea, la crisis sanitaria provocó un descenso de la actividad en torno al 50% y una caída de los precios ante el exceso de oferta y la menor demanda, mientras que los costes de los operadores y empresas crecieron por el aumento de retornos en vacío, incluso con el desplome del precio del gasóleo. Sin embargo, la segunda ola de la pandemia de COVID-19 promete un impacto distinto y menos predecibles.
De hecho, los expertos del sector transporte vaticinan que con la llegada de la segunda ola de la pandemia la evolución de los precios sufrirá tendencias contradictorias. Por un lado, todo hace indicar que la demanda no caerá hasta mínimos tan alarmantes como hace unos meses, hasta el punto de que en algunos sectores continuará la recuperación. Existirá por lo tanto una menor volatilidad en el sector transporte que incluso puede dar un incremento de los precios, ya que las empresas deberán elevar sus tarifas para mantener márgenes viables ante el aumento de los precios del gasóleo.
Con todo, la pandemia de COVID-19 ha añadido mayor complejidad en la estructura de precios del sector transporte. El reparto de los costes dentro de las empresas ha cambiado en un escenario donde las fluctuaciones de la oferta y la demanda han sido más grandes de lo que deberían ser en esta segunda ola de la pandemia. Con todo, muchas empresas han reducido su flota de camiones en busca de un equilibrio económico, existiendo así una descompensación que se une a un escenario de rutas comerciales volátiles e impredecibles.
Esta volatilidad puede desencadenar en el citado aumento de precios, tanto por la mencionada necesidad de ajustar los márgenes viables de las empresas como por la reducción en la oferta que se ha producido por el cierre de cientos de operadores y compañías de transporte en toda Europa, así como por la reducción de su flota de camiones de muchas otras. Esto dibuja un entorno muy complejo donde si no hay una reducción drástica de la demanda, la competencia será muy elevada y los precios no se desplomarán como hace meses.