En el gigantesco proceso de descarbonización de la movilidad y el transporte, el motor Diésel y el transporte de mercancías por carretera, quizá por ir de la mano, están en la diana. Tanto es así que para muchas de las voces del sector, el transporte profesional se han convertido en la caja registradora de la Unión Europea. Así lo ha señalado al menos Marcos Basante, presidente de Astic y de la Fundación Corell. Lo ha hecho en una conferencia en la que además ha puesto encima de la mesa algunas verdades incómodas.
Entre ellas una que parece evidente, los objetivos de descarbonización del transporte de la Unión Europea son irrealizables y no están en línea con la realidad que vive el transporte de mercancías por carretera. No se puede apostar por la descarbonización de la actividad sin una oferta tecnológica consolidada, sin unos precios de mercado accesibles y sin ayudas para la compra de camiones libres de emisiones. Tampoco sin la infraestructura de carga y recarga adecuada para cubrir la demanda específica.
Y menos si el transporte de mercancías por carretera es penalizado constantemente a nivel fiscal respecto a otros modos de transporte y otros sectores económicos. El transporte por carretera tiene una contribución neta de má de 12.000 millones de euros anuales a las arcas del Estado en España a través del Impuesto Especial de los Hidrocarburos (IEH). A esto hay que sumar la fiscalidad de los nuevos combustibles, el nuevo modelo de peajes que se impone desde Europa y otras cuestiones de una estructura fiscal inasumible.
En este sentido, los objetivos propuestos por la Unión Europea son irrealizables en más de una década, por la capacidad económica del sector transporte y por el exceso de ambición desde Bruselas. Ni siquiera obviando el primer aspecto el transporte tiene capacidad para pedir 300 camiones eléctricos y que estos se le entreguen en un plazo razonable. Una cuestión que parece importar poco mientras el sector vive sobregravado fiscalmente a partir de una grave penalización injusta para la actividad. Y todo con el sistema de comercio de emisiones de CO2 que está por venir y la nueva directiva de la Euroviñeta ya vigente.