La transición ecológica del transporte de mercancías por carretera es necesaria, pero tiene que lograrse de una manera efectiva sin lastrar la actividad. La electrificación no puede ser el único camino, ya que es un proceso lleno de aristas. Quizá por eso, el transporte europeo pide que la Unión Europea incluya los eco-combustibles como vía intermedia para reducir las emisiones a la espera de tecnologías efectivas y asequibles que permitan la renovación de su flota a todo tipo de empresas y a los profesionales autónomos.
Lo cierto es que el sector transporte no está solo, ya que la industria de la automoción, clientes y cargadores, empresas de logística y compañías de distribución de combustibles renovables han solicitado a la Unión Europea la utilización de los eco-combustibles para reducir emisiones en el transporte pesado. Este conjunto de instituciones considera que es vital reconocer estos combustibles renovables neutros en carbono como una herramienta necesaria dentro de esta transición ecológica de la actividad ante la falta actual de alternativas reales.
Además, piden la utilización del Factor de Corrección de Carbono como metodología con la que tener en cuenta la contribución real de los combustibles renovables a la reducción de emisiones de CO2, ya que el reglamento sólo tiene en cuenta en la actualidad las emisiones directas de los vehículos por el tubo de escape y no todo el ciclo de vida de los vehículos y las emisiones generadas en la producción de la energía que consumen. Esto sólo deja espacio a los propulsores eléctricos con baterías o pila de combustible y a los motores de hidrógeno.
No es cuestión baladí el uso de combustibles eco si tenemos en cuenta que sólo en Europa hay más de seis millones de vehículos pesados. En cada ejercicio entran en escena unos 300.000 camiones nuevos, por lo que renovar la flota que hay actualmente para descarbonizar la actividad llevaría 20 años. Eso si contar que todavía el 90% de las ventas corresponde a camiones con motores Diésel. De estos datos se deducen que la electromovilidad en el sector del transporte de mercancías por carretera es demasiado débil como para presentar un cambio real.