El Brexit sin acuerdo entre Reino Unido y la Unión Europea se ha topado de frente, sin ningún tipo de anestesia, con un nuevo ingrediente. El cierre de fronteras de Francia por la aparición de una nueva cepa de COVID-19 ha dejado a Reino Unido aislado durante 48 horas, periodo que promete prolongarse mientras los vuelos entre Reino Unido y gran parte de los países de la Unión Europea se han paralizado. Una situación que preocupa en Londres por el temor de un colapso de la cadena de suministro.
El cierre de fronteras con Reino Unido llevado a cabo por el Gobierno de Emmanuel Macron ha dejado a miles de camiones atrapados, sin margen de maniobra, en su intento de acceder a las Islas o sin opciones de retornar el continente. De hecho, el tráfico entre Reino Unido y Francia sólo está permitido para vehículos de transporte que estén realizando labores de traslado de medicamentos o de la propia vacuna del COVID-19, en lo que desde Reino Unido se considera un aislamiento con ciertos tintes políticos.
La realidad es que esta nueva cepa del COVID-19 se antoja todavía más infecciona que la cepa original, si bien ya podría estar circulando por Europa ante el tardío cierre de fronteras aéreas y terrestres y la notable falta de información que ha habido en torno a esta mutación del virus. No obstante, en el sur de Inglaterra, epicentro del brote con esta nueva cepa de COVID-19, los contagios han crecido un 51% en esta última semana. Una situación crítica para Reino Unido que tiene que tomar medidas urgentes.
La posibilidad de un nuevo confinamiento en Reino Unido o la opción de limitar los movimientos de su población, unido al bloqueo a nivel internacional, ponen al país en una situación crítica a corto y medio plazo. De hecho, expertos epidemiológicos señalan que las restricciones más severas en Reino Unido podrían prologarse hasta abril o mayo en un escenario en el que existe temor de cierto desabastecimiento de alimentos y productos de primera necesidad ante esta situación y los problemas derivados del Brexit.