Low Cost es término o frase sencilla, a la que todo el mundo se apunta sin saber muy bien porqué, ni a santo de qué.
Parece que nadie recapacita que detrás de ese término o frase, se esconde la ruina absoluta de multitud de empresas y trabajadores, porque la realidad final es que ese BAJO COSTE, o PRECIO BAJO, es sinónimo de que alguien lo terminará pagando, pues ambos son insostenibles.
Quien se entrega con armas y bagajes a esa política en el transporte por carretera, con toda normalidad termina en algún juzgado de lo mercantil en situación concursal, y es ahí donde al final siempre hay quién lo termina pagando, empezando por uno mismo.
El transporte por carretera, por su propia naturaleza, por la regulación y reglamentación a la que está sometido, no permite en modo alguno aplicar esa fórmula, que ciertamente puede llevar a mucha facturación, pero a exiguos resultados, que no necesariamente beneficios, cosa fácilmente comprensible por cualquiera y a las pruebas nos remitimos, pues el endeudamiento de algunas empresas es ya poco menos que insoportable, y claro alguien lo terminará pagando.
Las muestras son innumerables, el problema es si se quiere pertenecer a esa lista, o por el contrario se prefiere reconducir la empresa, para que finalmente no le arruine, cosa sencilla pues la diferencia es exactamente la misma que hay entre el bien y el mal, en este caso está entre cobrar lo que vale y no lo que no vale.
Es sencilla la diferencia, sólo está en aplicar correctamente el término PRECIO JUSTO, que nada tiene que ver con BAJO COSTE, PRECIO BAJO o si lo prefieren con el tan conocido término “LOW COST”.
Una reflexión para terminar, cuando lleguen las acostumbradas renovaciones de vehículos cuantas empresas van a tener posibles para poder seguir si todo lo han fiado al Low Cost y no han hecho caja, sino todo los contrario, se han comido las plus valías de cambios anteriores, la devolución del céntimo sanitario, y lo que es peor se comerán lo poco o mucho que tengan para no llegar a ningún sitio.