Parece que el nuevo tacógrafo inteligente de segunda generación ha nacido con mala suerte, ya que ha acumulado numerosos problemas desde su entrada en vigor el 23 de agosto del año pasado.
Al poco tiempo de entrar en vigor, la falta de stock suficiente por parte de las dos únicas multinacionales homologadas a nivel europeo para producir estos nuevos tacógrafos obligó a la Dirección General de Tráfico a habilitar un régimen extraordinario de “prematriculación”. Esto permitió que miles de transportistas matricularan los camiones y autobuses nuevos que adquirieron a partir de esa fecha, aunque equipados con la versión anterior del tacógrafo. Como consecuencia, aquellos que realicen transporte internacional tendrán que sustituir el tacógrafo instalado por uno nuevo de segunda generación antes de agosto de 2025, sin que aún se sepa quién asumirá el coste de dicha adaptación.
Además, todos los demás vehículos de transporte actualmente en circulación que realicen transporte internacional y que estén equipados con tacógrafos analógicos o digitales anteriores al 15 de junio de 2019, también deberán instalar un nuevo tacógrafo inteligente de segunda generación antes de diciembre próximo. Asimismo, los vehículos con tacógrafos inteligentes de primera generación deberán cambiarlos por los de segunda generación antes de agosto de 2025. Esta obligación afectará a más de un millón de vehículos de transporte en toda Europa, de los cuales unos 140,000 serán españoles.
Los problemas no terminan ahí. Según ha informado FENADISMER, varios Estados miembros han detectado una nueva disfuncionalidad: graves deficiencias de conexión con el sistema de geolocalización de la red europea de navegación por satélite Galileo. La antena de conexión, al estar instalada en el interior de los vehículos, no emite correctamente, lo que podría obligar a instalar un nuevo dispositivo exterior en todos los vehículos.
De hecho, se ha constatado que los tacógrafos funcionan mal durante los días nublados, perdiendo parcialmente la señal, lo que también ocurre si el vehículo circula por zonas urbanas con edificios altos. Problemas de conexión similares se presentan si la antena está orientada hacia el norte o si no hay un número mínimo de satélites disponibles simultáneamente, con el riesgo de que la empresa transportista sea sancionada por el mal funcionamiento del tacógrafo.
Estas anomalías obligarán a la Comisión Europea y a los Estados miembros a adoptar las medidas legislativas y técnicas necesarias para resolver esta situación y evitar causar más perjuicios a las empresas transportistas que tienen vehículos equipados con los nuevos tacógrafos.