La sede de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ha acogido la segunda jornada ‘La FP de los conductores profesionales: esencial para que el mundo siga en movimiento‘. La jornada informativa organizada por Astic, la Fundación Correll y por la AT Academia del Transportista ha puesto el foco en la legislación española, pidiendo que se lleve a cabo una evolución en la misma que permite un proceso formativo más rápido y eficaz (FP Dual) para no frustrar la vocación de los futuros conductores profesionales de camión o de autobús.
El sector del transporte por carretera, en especial el dedicado a las mercancías, vive una grave y creciente escasez de conductores, además de una preocupante falta de relevo generacional. De hecho, el 72% de los conductores de transporte de mercancías por carretera tienen más de 50 años, mientras que superan esta edad el 52% de los chóferes de autobús. El sector necesita atraer nuevos jóvenes a la profesión e incorporar de manera efectiva a las mujeres. Para tal fin, hay que mejorar el prestigio social de la profesión y contar con un sistema formación ambicioso.
Entre las conclusiones de esta jornada se han marcado una serie de objetivos que deben partir de la base y es que los más jóvenes sepan que existe la posibilidad de desarrollar una carrera profesional sólida en el sector, algo que pasa por los orientadores de los institutos. A su vez, se debe fomentar la FP Dual para conductores, más allá de la formación obligatoria -carnet + CAP-, ya que las empresas necesitan conductores formados en proceso de digitalización, gestión y que incluso sepan algún idioma.
Al final, España es el segundo país de la Unión Europea con mayor paro juvenil, ya que el 30% de los menores de 25 años no trabaja. En paralelo, el sector transporte necesita unos 15.000 conductores de camión y cerca de 6.000 de autobús. Paradoja que, como se ha explicado en esta jornada, nace del estancamiento salarial, las condiciones laborales, la falta de flexibilidad, la enorme fragmentación del sector o el escaso reconocimiento social de la profesión, a lo que se suma una compleja y costosa etapa formativa que hay que solucionar.