FENADISMER sigue incidiendo en la imperiosa necesidad de adelantar la edad de jubilación de los conductores profesionales. Conocida y reconocida públicamente tanto la penalidad como la peligrosidad de la profesión, se solicita a la administración este reconocimiento que sí tienen otras profesiones con el mismo grado de penalidad y/o peligrosidad que sufre el colectivo de los conductores de vehículos pesados de transporte de mercancías por carretera. Se antoja inexplicable que los conductores profesionales no tengan el derecho reconocido de jubilarse anticipadamente.
En un escenario en el que la escasez de conductores es cada vez más palpable, tener que estar a bordo de un camión hasta los 67 años no parece la opción más atractiva. En la actualidad no hay ningún proyecto para adelantar la jubilación de los chóferes profesionales. Como única medida aproximada está el Plan de Ayudas por cese de la Actividad, pero sólo es para chóferes autónomos y es a partir de 63 años. Por ende, los conductores por cuenta ajena están fuera de este plan de jubilación anticipada.
La única posibilidad para los conductores profesionales, misma que tiene cualquier trabajador, pasa por anticipar su jubilación -siempre por encima de los 63 años- si se tiene una cantidad elevada de años cotizados -a partir de 37 años- y con la aplicación de coeficientes reductores aplicados a su pensión por cada año y/o periodo de anticipación. De esta forma, un conductor profesional no cobraría el 100% de su pensión hasta que alcance la edad que corresponda de jubilación. Por esa razón, FENADISMER pide el acceso a la jubilación anticipada sin penalización para los chóferes.
Aunque existen estudios que demuestran que la accidentabilidad en los chóferes profesionales de mayor edad es más alta, siendo además un colectivo propenso a enfermedades vinculadas al desarrollo continuado de su actividad, la Seguridad Social no abre esta puerta. Mientras tanto, el 50% de los conductores de elevada edad sufren trastornos musculoesqueléticos, colesterol, obesidad y sobrepeso, tensión arterial o diabetes. Otros problemas habituales entre los conductores son el insomnio y la pérdida de capacidades motoras, cognitivas y sensoriales.