La evolución del transporte obliga a las autoridades a dar forma a nuevas reglas o adaptar la normativa actual a la realidad vigente. En esta línea y ante la necesidad de responder a las nuevas demandas del sector, el Parlamento Europeo ha decidido modificar y modernizar el reglamento que regula la formación de los transportistas profesionales. Sin embargo, lejos de cumplir con las expectativas, la Unión Europea ha firmado una actuación tibia que no termina de convencer al sector formativo, más si cabe por la interpretación de la norma que se dará en España.
Según explican desde la Academia del Transportista, la Unión Europea ha diseñado un modelo un tanto obsoleto que permite elegir de 0 a 12 horas de teleformación dentro de las 35 horas que componen los cursos de formación continua CAP. El reglamento que regula esta formación que se realiza de forma periódica por parte de los conductores y conductoras profesionales da cierta libertad a los Estados miembros para que cada país configure el diseño pedagógico de los cursos, los objetivos de formación y el número de horas a realizar por teleformación.
Y aquí es donde el sector formativo del transporte se ha llevado una decepción, ya que al amparo de la Directiva (UE) 2018/645, España estaría valorando la opción de otorgar 0 horas a la teleformación. Una decisión que significaría enrocarse en un modelo de formación más propio del siglo pasado, más si cabe cuando el Parlamento Europeo, a pesar de dejar cierta libertad, insta a los Estados miembros a mejorar y modernizar la formación a través de instrumentos basados en las tecnologías de la información y la comunicación.
Portavoces del sector formativo del transporte señalan que es inconcebible que, en los tiempos que corren, con una clara tendencia hacia el e-Learning y la teleformación a todos los niveles, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana no se pliegue a la realidad y reduzca la teleformación a la nada. Una situación que repercute a los transportistas ya que la innovación tecnológica digital en la formación puede mejorar los métodos de aprendizaje y evitar perjuicios a nivel profesional, social, personal y familiar a los conductores por el tiempo perdido.