La fractura de la cadena de suministro en Reino Unido es real. La escasez de hasta 100.000 conductores ha provocado que minoristas, cadenas de supermercados y otras tiendas estén teniendo serios problemas para repoblar sus estanterías. De hecho, algunos comerciantes han pasado a la acción y han decidido ponerse al volante de sus propios camiones ligeros ante la falta de chóferes profesionales que puedan garantizar el abastecimiento de sus tiendas a una mayor escala. La situación cada vez es más difícil y las soluciones no lo son menos.
La crisis de suministro que vive Reino Unido por la escasez de conductores profesionales, una situación derivada de la pandemia de COVID-19 y especialmente del ‘Brexit’, está obligado a las empresas a cambiar sus dinámicas de abastecimiento. No son pocos los supermercados que están ofreciendo primas a los conductores que se unan a su plantilla, mientras que minoristas que no tienen opción de tomar estas medidas están optando por asumir la responsabilidad del abastecimiento de sus tiendas y comercios, ya sea con camiones ligeros o con furgonetas.
La situación derivada del ‘Brexit’ y de la pandemia de COVID-19 ha dibujado la ‘tormenta perfecta’. No son pocos los productos de primera necesidad que escasean en las estanterías y no por falta de los mismos, sino por la ausencia de conductores que puedan trasladar en sus camiones estos bienes desde los puntos de producción y/o almacenaje hasta las tiendas y comercios minoristas. De hecho, distintas cooperativas de comerciantes han iniciado una red propia de abastecimiento con vehículos de turismo, furgonetas y camiones ligeros, ya sean propios o de alquiler.
Una situación que no tiene visos de mejorar, ya que la escasez de 100.000 conductores en un gremio que da trabajo a 600.000 personas en Reino Unido se está acrecentando en las últimas semanas. Los contactos estrechos con personas que han dado positivo en COVID-19 de un gran número de chóferes profesionales están provocando que además se tengan que aislar durante el periodo de cuarentena obligatoria, alterando todavía más la ya de por sí maltrecha cadena de suministro británica.