España es uno de los países más avanzados de toda Europa en materia de energías renovables. Para muestra los datos de producción energética de los últimos meses, en los que el 59% de la electricidad total del país nace de energías alternativas. Cifra que sólo es posible gracias a los grandes esfuerzos que se han hecho para desarrollar una gran infraestructura fotovoltaica y eólica. Sin embargo, este impulso no se traslada a una correcta transición energética dentro del sector del transporte de mercancías por carretera.
De hecho, el sector transporte en España está en el vagón de cola en lo que a la transición energética se refiere si se compara con el resto de Estados miembro de la Unión Europea. En España apenas hay 7.000 camiones eléctricos matriculados y sólo el 5,2% de los camiones que se vendieron en España el año pasado estaban propulsados por energías alternativas. Pese a que hubo un aumento significativo de las ventas de vehículos industriales, las matriculaciones se limitaron a 1.218 unidades.
La atomización del sector, con una gran presencia de conductores autónomos, hace que sea muy compleja la inversión en vehículos industriales eléctricos, ya que estos todavía tienen un precio elevado. Al final, el 74,7% de las empresas de transporte presentes en España siguen siendo personas que ejercen como tal, pero que no dejan de ser trabajadores autónomos. Tampoco ayuda, dicho sea de paso, la lentitud y complejidad en el proceso de tramitación de las ayudas económicas que ofrece la Administración.
Pese a todo, hay ciertos factores que señalan que debería haber un rápido crecimiento de las matriculaciones de vehículos de energías alternativas en los próximos años, no tanto en el segmento de los vehículos pesados como en los ligeros, sobre todo por el sector del transporte de reparto y mensajería. Las restricciones de acceso a ciudades como Madrid o Barcelona hacen que sea casi obligado tener vehículos de energías alternativas para poder operar en ambas urbes.