La crisis derivada de la pandemia de COVID-19 ha provocado grandes cambios en el sector del transporte de mercancías por carretera. A nivel económico, la falta de actividad y de liquidez para hacer frente a los pagos han provocado el cese de actividad de cientos de profesionales del transporte, así como el cierre de miles de empresas. Incluso las compañías que siguen en activo se han tenido que enfrentar a un numero importante de gastos adicionales por las circunstancias de la propia crisis sanitaria.
Más allá de los condicionantes propios de la actividad, con un aumento de las vueltas en vacío o la bajada de precios por el exceso de oferta, la crisis del COVID-19 ha provocado que los autónomos y compañías del sector hayan tenido que invertir en medidas de seguridad para evitar posibles contagios. Entre las mismas figura la desinfección sistemática de cada camión para que estos puedan realizar los servicios de transporte en las condiciones higiénicas adecuadas para el desarrollo de la actividad.
En este aspecto, la Asociación del Transporte Internacional por Carretera (ASTIC) ha señalado que la desinfección sistemática de cada camión cuesta a las empresas una media de 5.000 euros al mes. Un gasto al que hay que sumar los costes en medidas de protección para cada uno de los chóferes. ASTIC cifra en más de 60 euros el montante mensual a desembolsar en productos como mascarillas, guantes desechables, geles hidroalcohólicos, formación específica o el gasto prorrateado de medidores de temperatura y arcos de seguridad.
Pese a los esfuerzos de los profesionales autónomos y las empresas de transporte, se recuerda desde ASTIC que el desarrollo de la actividad del transporte de mercancías por carretera es un potencial vector de expansión del virus y apela a la responsabilidad de las empresas a la hora de proteger a sus propios trabajadores. De igual forma, se recuerda que los conductores no se deberían ver forzados por los cargadores y receptores de la mercancía a realizar las labores de carga y descarga.