El transporte de mercancías por carretera se enfrenta al complejo reto de la descarbonización de la actividad. Lejos de las pretensiones de la Unión Europea y de las autoridades de cada uno de los Estados miembro, este proceso se debe hacer de manera lógica y progresiva. De nada sirve apostar por la electrificación del sector cuando en la actualidad no existen alternativas económica y funcionalmente realistas. Por ese motivo, el primer paso para la descarbonización del sector es la renovación de su flota.
La renovación del parque de vehículos pesados es el primer paso hacia una descarbonización efectiva. Al final y a falta de alternativas reales, uno de los objetivos a corto plazo debe ser el de renovar los camiones más antiguos y contaminantes. Al final, el 80% de los camiones que circulan por España, como ejemplo, superan los diez años de antigüedad, según datos de Faconauto. Y estos vehículos pesados son los que más partículas contaminantes generan.
Por idéntica razón, tampoco hay que eliminar el Diésel de la ecuación. La actual tecnología de propulsores Diésel puede seguir siendo válida durante dos décadas a partir de la utilización de biocombustible o combustibles sintéticos, ya que su uso no requiere inversión alguna, ya que no es necesaria una modificación técnica de los propulsores. De hecho, Faconauto estima que el 70% de los vehículos pesados de la flota europea seguirán siendo de combustión en el año 2030.
Y en este proceso de renovación de la flota de vehículos pesados como primer paso para la descarbonización del sector, hay que tener en cuenta el papel de los concesionarios. Al final, la actual tecnología de motores de combustión tiene que ser amortizada, así como la inversión que se están realizando tanto en las marcas como en los concesionarios en digitalización y en la evolución técnica de los camiones. Y así seguirá siendo con el desarrollo de las nuevas tecnologías, por lo que debe haber plazos razonables y de una rentabilidad acorde.