El sector del transporte de mercancías por carretera arrastra una serie de problemas endémicos que se acentúan en algunos mercados. En el caso de Portugal, las difíciles condiciones de trabajo que tienen que asumir los conductores profesionales están provocando que la relación entre chóferes y empleadores sea cada vez más tensa. Una situación que, debido a la alta exigencia de estos últimos, también está provocando un mayor número de infracciones por no respetar las normas relativas a los tiempos de conducción o descanso y manipular el tacógrafo.
Esta compleja realidad que azota a los profesionales del sector provoca que la actividad esté viciada por completo, ya que el chófer que no se adapte a las ‘reglas de juego’ es despedido y sustituido por otro conductor extranjero o portugués que si decida asumir estas prácticas, aunque suponga un gran riesgo para su salud y se enfrenten a duras multas. Con esta premisa se entiende el notable aumento en las multas por un exceso de carga o manipulación de los palets, por no cumplir los tiempos de conducción o descanso y por manipular el tacógrafo, todo con el fin de entregar tantos bienes como sea posible en el menor tiempo posible.
Dentro de este escenario, con sueldos que apenas rozan los 1.000 euros, cifra alejada de la realidad de la economía portuguesa, los conductores tienen poco margen de maniobra. Limitados por el exceso de oferta de conductores y las exigencias cada vez más altas de los empleadores, levantarse en contra de esta situación supone acabar despedido. Mientras tanto, los empleadores alegan que estas exigencias son fruto de la recesión económica de los últimos años, acentuada por el COVID-19, ya que obliga a reducir los costes y ofrecer precios muy bajos para combatir la competencia desleal.
El resultado final es que las empresas portuguesas acaban combatiendo las irregularidades que se realizan por compañías de Europa del Este y por otras empresas del país con más irregularidades, siendo el último afectado por ello el chófer que se pone al volante del camión. Por esta razón, las autoridades portuguesas están aumentando los controles tanto en carretera como a nivel empresarial con el fin de vigilar los procedimientos de las compañías de transporte de mercancías por carretera, métodos que hacen un terrible daño al sector.