Un reciente estudio de Solera, compañía especializada en la gestión de vehículos, indica que el transporte de mercancías por carretera se encamina hacia un invierno realmente duro en el que los costes crecientes y la reducción de personal serán nota predominante. Una tónica que se extenderá hasta 2023, en lo que promete ser un ejercicio realmente complejo para el sector del transporte profesional por el aumento de la inflación o de la partida presupuestaria para cubrir los gastos de combustible.

El gran desafío para las empresas de transporte, según los datos del estudio de Solera a más de 1.500 profesionales y compañías del sector, pasa por el aumento del precio del combustible. De hecho, se trata de la mayor complicación para el 59% de los responsables de flotas que han sido partícipes de este estudio. Esta misma situación preocupa al 66% de los responsables de compañías de entregas de última milla, toda vez que para este tipo de empresas la partida de combustible es todavía mayor.

El 33% de los gestores de flotas españoles se han mostrado muy preocupados por el impacto que puede causar en sus empresas la previsión de recesión existente para 2023. Otros asuntos y cuestiones que preocupan al sector son la falta de conductores profesionales -sobre todo en Austria, Alemania y Reino Unido-, las rupturas de las cadenas de suministro e ineficiencias de la actividad y el nivel de satisfacción que puedan tener los clientes ante la situación esgrimida.

Uno de los aspectos que pueden mejorar la actividad de las empresas de transporte y de la propia gestión de las flotas es la tecnología. La digitalización de los procesos y rutas puede permitir una mejor seguridad de los conductores y la carga, ya que el análisis en tiempo real ofrece una mejor planificación de las rutas, aumentando la eficiencia y la productividad. Muchos de los gestores piden una plataforma única de gestión con toda la información clave y un esfuerzo de las empresas para utilizar estas tecnologías.