La pandemia de COVID-19 ha provocado una campaña caótica y con un enorme desequilibrio en el sector del transporte frigorífico internacional. La irrupción de la enfermedad en pleno ecuador de la temporada hortofrutícola provocó en primer término un desmesurado aumento del nivel de exportaciones, superando todas las previsiones ante el aumento del consumo de frutas, verduras y hortalizas por las restricciones de movilidad impuestas por los gobiernos. Acto seguido, se dio el derrumbe total en el número de pedidos de productos transportados a temperatura controlada no esenciales.
Esta situación ha provocado un escenario caótico en el transporte frigorífico internacional, con grandes desajustes entre las exportaciones y las importaciones. Una circunstancia que pocos podían esperar, ya que la campaña 2019-20 comenzó con buen pie con las exportaciones de cítricos entre noviembre y finales de enero. Con datos de volumen de toneladas transportadas similares a años anteriores y una subida de precios del 10,91% de media, el COVID-19 supuso un revés para todo el sector.
No obstante, la pandemia provocó en primer término que se dispararan las exportaciones de productos hortofrutícolas. El sector exportó mayor volumen de productos y a un precio más alto dada la elevada demanda, pero esta buena respuesta del transporte frigorífico no se vio compensada, ya que la sobre-demanda y la crisis sanitaria provocaron que conseguir viajes de retorno para los camiones con carga se hiciera tarea imposible. Desde finales de marzo, abril y mayo, la situación se tornó insostenible por el desplome de consumo y la paralización de la actividad económica.
La campaña de la fruta de verano comenzó incluso con buenos números por el aumento del consumo al estar la población confinada, pero su recorrido no fue más allá de junio, entre otras cosas por la menor producción con respecto a 2019. En julio se produjo un descenso en picado de las exportaciones, con caídas de producción de hasta el 21% y de pedidos del 50%. Un reflejo de la situación en términos globales, alimentada por un volumen de importaciones muy bajo, sin precedentes, que ha fulminado al sector por los retornos en vacío.