La petición casi unánime de integrar la profesión de conductor de camión entre los gremios que puedan optar a la jubilación anticipada atiende a muchas razones. La naturaleza penosa de la profesión por horarios, el trabajo nocturno, las largas estancias en carretera y lejos del hogar, el hecho de pasar muchas horas sentado o el contacto con mercancías peligrosas es evidente. Las limitaciones de movimiento, la dieta y la falta de un descanso adecuado no hacen más que agravar la condición lesiva del trabajo de chófer profesional de camión.
De hecho, hay una lista de lesiones comunes entre los conductores profesionales de camión, en general referentes a los músculos, articulaciones y huesos. Entre las afecciones que más se repiten está el dolor agudo de cuello y de espalda por los largos periodos de conducción y las constantes vibraciones a las que se ven sometidos los chóferes. No es para nada extraño que los conductores de camión acaben teniendo lesiones en las vértebras y/o compresiones de los nervios de la columna.
Una de las afecciones propias de los camioneros es el síndrome de la pierna inquieta que lleva a la necesidad de tener que mover las piernas por calambres o sensación de hormigueo en los miembros inferiores. También es propio entre los conductores el dolor en el nervio ciático, un dolor punzante en la zona baja de la espalda. De naturaleza similar, otra afección entre los chóferes es el síndrome piriforme, con dolor punzante y hormigueo en el área de los glúteos, en gran medida por la tensión que sufren los músculos de la cadera.
Además de lesiones físicas como las afecciones por estrés repetitivo como la tendinitis o el túnel carpiano y otras lesiones como los esguinces, no se puede obviar las consecuencias a nivel psicológico de la actividad. De hecho, existe una afección como el síndrome del camionero quemado por el agotamiento extremo y la falta de motivación. Al final esto deriva en inestabilidad emocional, depresiones y otros síntomas como irritabilidad o ansiedad.