La mesa tripartita para solucionar el problema de la carga y descarga ha sido ‘más tripartita’ que nunca. No obstante, las posturas encontradas entre todas las partes participantes no han hecho otra cosa que dibujar una ‘realidad paralela’ para cada una de ellas. Si el transporte decidió levantarse de esta Comisión y desde el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana se tilda de positiva, los cargadores mantienen que prohibir que las labores de carga y descarga sean realizadas por los conductores no es la solución. En definitiva, la negociación está en punto muerto.
Las posturas encontradas entre transportistas y cargadores y la nula capacidad del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana de dar forma a una regulación coherente de la carga y descarga han provocado que la situación esté bloqueada. Una situación compleja y bastante complicada ya que la carga y descarga es una actividad con múltiples implicaciones a nivel económico y social, además de ser parte clave a la hora de mantener la cadena de suministro y el correcto abastecimiento de la población en tiempos complejos como los actuales.
Sea como fuera, Carlos Castán, presidente de la Asociación de Cargadas de España (ACE), ha asegurado que la realización de las labores de carga y descarga por parte de los conductores profesionales no es un problema en términos absolutos y que la solución en cualquier caso a este problema mercantil no puede ser la prohibición total. Parece no tener en cuenta Carlos Castán las implicaciones que tiene esta situación a nivel de competitividad, ahorro de costes o prevención de riesgos laborales.
Apelando al Derecho Mercantil y a la libre negociación que existe entre las partes de un contrato, los cargadores señalan que prohibir la realización de las labores de carga y descarga por parte de los conductores ni es lícito ni es la solución. De hecho, la postura de AEC es la de confrontación total, ya que aseguran que el transporte se ha levantado de la mesa tripartita de negociación para cambiar la discusión de un plano técnico a un plano político, volviendo así a la situación de bloqueo previa a la Comisión.