En 2022 se puso en marcha una línea de ayudas para la renovación de las flotas de transporte de mercancía y viajeros por carretera. Ahora, dos años después y a menos de cuatro meses para la finalización del plazo de solicitudes, estas bonificaciones no tienen visos de agotarse. La decisión del Gobierno de limitar estas ayudas a la adquisición de camiones o autobuses nuevos eléctricos o de hidrógeno han provocado que las empresas de transporte no tengan opciones reales de mercado para afrontar esta renovación de sus flotas sin llevar a cabo inversiones del todo inasumibles.
En los dos años de vigencia de esta ayuda, los transportistas han podido aprovecharse de la línea de bonificaciones dedicada al achatarramiento de vehículos más viejos, pero no han podido beneficiarse de las ayudas a la adquisición de nuevos vehículos, algo que se ha limitado a grandes empresas, sobre todo de transporte de viajeros, que se pueden permitir grandes inversiones en vehículos eléctricos o de hidrógeno con precios de mercado muy elevados. Bajo esta realidad, los 400 millones de euros de esta línea de ayudas amparados en los fondos Next Generation no se van a consumir.
Por la escasa oferta de camiones eléctricos y de hidrógeno y su elevadísimo coste de venta, en torno a un 300% respecto a un vehículo equivalente de propulsión Diésel, FENADISMER solicita que se replantee esta línea de ayudas. Entre otras cosas porque el 20% del presupuesto de la línea que está destinada a la adquisición de este tipo de vehículos está sin emplear, cifra que alcanza el 50% en algunas Comunidades Autónomas. Las grandes empresas son las que sí han aprovechado estas ayudas, pero sólo representan el 1% del sector.
En este aspecto, FENADISMER insiste en la necesidad de aprobar un Plan Renove acorde a la realidad del transporte de mercancías por carretera y de la industria automotriz, que tenga en cuenta la compra de vehículos propulsados por cualquier tecnología, incluso camiones Diésel de última generación. Todo ello contribuirá a la reducción de las emisiones contaminantes como paso intermedio a la electrificación de la actividad, ya que, de lo contrario, según apuntan desde la Federación, lo único que se consigue es un claro envejecimiento de la flota actual.