La cruzada de los países de Europa del Este contra la puesta en vigor del Paquete de Movilidad ha llegado a instancias judiciales, todo bajo un acuerdo de actuación entre gran parte de ellos. No obstante, Rumanía, Bulgaría, Polonia, Lituania, Hungría y Malta han unido fuerzas para recurrir algunas de las disposiciones del Paquete de Movilidad ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). Desde estas naciones se considera que el nuevo reglamento fuerza de forma deliberada una gran desventaja competitiva para los conductores y compañías de estos Estados miembro.

Aunque los países de Europa del Este han adoptado una posición victimista ante un reglamento que permitirá controlar las operaciones ilegales de cabotaje y el ‘dumping’ social, la realidad es muy distinta. No obstante, los conductores y flotas de vehículos originarios de estos países de Europa del Este están copando el mercado internacional europeo, siendo los grandes protagonistas en el transporte nacional e internacional de mercancías por carretera de alguna de las principales potencias económica de la Unión Europea. De hecho, el crecimiento de las flotas de empresas de países de Europa del Este se cifra en un 300% en la última década.

El paraguas que ofrece la rumana Adina Valean como Comisaria Europea de Transportes es, sin lugar a dudas, el escenario perfecto para que los países de Europa del Este hayan emprendido una cruzada contra el Paquete de Movilidad y gran parte de sus disposiciones. Una batalla que llegará hasta el TJEU ante el acuerdo de Rumanía, Bulgaría, Polonia, Lituania, Hungría y Malta de recurrir parte de la regulación del Paquete de Movilidad con el objetivo de defender sus intereses y la situación actual de supremacía de sus flotas.

No obstante, las compañías de transporte de Europa del Este han mantenido una posición de dominio en los últimos años gracias a la desregulación de su mercado de transporte, unido a los menores costes laborales y fiscales. Un caldo de cultivo perfecto para que miles de empresas de Europa del Este hayan colonizado el transporte nacional e internacional ofreciendo servicios a precios que rompían el mercado, en ocasiones a costa de maltratar a sus conductores. Además, esta situación ha revertido en la deslocalización de empresas de Europa occidental que han llevado su sede a estos países para igualar los costes.