La Asociación Nacional de Transportistas de Animales Vivos (ANTA), asociación federada en FENADISMER, ha solicitado que se paralice la aprobación del nuevo Reglamento Europeo del Transporte de Animales Vivos al considerar que el texto supone en la práctica la imposibilidad de mantener un normal desarrollo de la actividad por los tiempos de conducción propuestas, la asignación de espacio y densidades y los límites de temperatura para preservar el bienestar animal y las limitaciones fijadas en las exportaciones a países extracomunitarios.
La propuesta de la Dirección General de Sanidad de la Comisión Europea para modificar el Reglamento Europeo 1/2005 sobre el transporte de animales vivos no tiene en cuenta, ni de cerca, la realidad del sector. Entre otras cosas porque la modificación de este reglamento no tiene base alguna tal y como ha intentado defender ANTA en la Unión Europea con informes de los principales productores de los sectores porcino, vacuno, ovino y caprino y del sector del polo, pavo y otras aves.
Además, desde ANTA se ha hincapié en que tal y como se ha redactado la propuesta se hace imposible poder hacer cumplir la nueva regulación. En primer lugar, porque los tiempos de conducción son del todo ineficaces, tanto para el chofer como para los propios animales, ya que redundan en un mayor tiempo de los propios animales a bordo de los vehículos. Con todo, la parte más importante y grave es la que se pretende aplicar en defensa del bienestar animal.
Entre las ‘medidas estrella’ del texto está limitar el transporte de animales vivos a partir de cierta temperatura ambiental, obligando a que estos servicios se hagan en horario nocturno. En países como España, con un clima tan marcado, el transporte de animales vivos tendrá que ser nocturno durante nueve meses al año. La otra gran ‘idea’ es ampliar el espacio disponible para los animales, cuando no hay plataformas ni remolques disponibles para cumplir con las medidas que se buscan.
Más allá de la imposibilidad técnica de ciertos aspectos, las modificaciones planteadas parecen diseñadas sin conocer la realidad del transporte animal, elevando en gran medida los costes económicos, sociales e incluso el impacto en la huella de carbono de la actividad. Por todo ello ANTA defiende que es inviable su aplicación, siendo necesarios estudios sobre el tema para dibujar una normativa realista.