La Unión Europea ha puesto la base para acabar con la Euroviñeta y los Estados miembro que ya contaban con un sistema de peajes basado únicamente en los kilómetros recorridos han iniciado el cambio hacia un modelo que tenga en cuenta las emisiones de CO2. En este escenario, España se comprometió con Bruselas a implantar un modelo de pago por uso de las vías de alta capacidad que al final se ha sustituido por un compromiso de fomentar el cambio modal entre carretera y ferrocarril. Para el transporte de mercancías por carretera no cambia mucho la historia.
Si la perspectiva de tener peajes en la mayoría de las carreteras españolas para el sector del transporte de mercancías por carretera era casi un suicidio, de ahí su férrea oposición, tener que ver como los Fondos Next Generation destinados al Plan de Recuperación y Resiliencia se destinan en gran medida a fomentar el uso del transporte de mercancías por ferrocarril es otra piedra más en el camino. Al final, pese a ser un sector clave y colaborar a las arcas del Estado como pocos, el transporte por carretera vuelve a salir escaldado.
Los primeros pasos para impulsar el transporte ferroviario ya se han dado, aunque, dicho sea de paso, con un presupuesto insuficiente. Irá en aumento, pero los 26 millones de euros que se han asignado por ahora valen entre poco y nada. La autopista ferroviaria entre Algeciras y Zaragoza implica una inversión de 100 millones de euros, mientras que el presupuesto del proyecto de transporte intermodal entre Madrid y Valencia también tiene un presupuesto superior. Eso sí, este proyecto debería entrar en funcionamiento en 2024 para mandar a la capital la mercancía procedente por vía marítima.
En cualquier caso, no parece que España se esté tomando muy enserio la promesa que hizo a Bruselas. Ahora que ya hay un Gobierno socialista en firme es el momento de dar pasos claros que no lleven a la Unión Europea a solicitar un cambio de rumbo. Se la juega el transporte ferroviario y de rebote el transporte de mercancías por carretera. Mientras tanto, el debate sobre el reparto de los fondos para un transporte sostenible llega a la Comisión Europea y es importante no perder bocado alguno de esa tarta. Por el bien de todos.