La economía mundial no pasa por su mejor momento. Tampoco la europea. La inflación actual está provocando una reducción de la demanda de productos y servicios, lo que al final afecta a la cadena de suministro. Mientras que los costes del transporte no dejan de crecer por culpa del aumento descontrolado del precio del Diésel, la demanda de servicios de transporte sigue con su tendencia negativa. La conjunción de estos costes que rozan el máximo anual y la floja demanda dibujan un sector del transporte muy débil.
Como decimos, el incremento del precio de los costes del transporte está derivando en que se aumenten los precios de los servicios de transporte, lo que al final también ata de manos al sector logístico. El precio del Diésel no deja de crecer y lo seguirá haciendo en las próximas semanas tras el anuncio de los productores de petróleo de la aplicación de recortes en el suministro. Situación compleja para las empresas de transporte, mas si cabe en España ante la ausencia de un Gobierno consolidado.
En este escenario, como es lógico, la demanda en Europa registra caídas drásticas, dibujando un claro riesgo de recesión. El índice de Volatilidad de la Cadena de Suministro señala que esta tendencia no es exclusiva del viejo continente, sino que también se ha dado en América del Norte, apuntando a una desaceleración de la economía en otro de los grandes mercados a nivel mundial. Volviendo a Europa, la caída sostenida de la demanda en el tiempo amenaza con reducir la producción industrial, lo que al final también afectará al sector transporte y del almacenamiento.
La situación en Europa y América del Norte contrasta parcialmente con Asia, donde se registran datos de consumo más sostenidos. Una situación a la que hay que sumar que los fabricantes de Europa y Estados Unidos se están enfrentando a nuevos problemas debido a la escasez de personal en ciertos sectores de sus mercados laborales. La presión salarial también crece por culpa de la inflación, por lo que también se puede dar una tendencia negativa en la capacidad de los productores de cumplir con la demanda, por mucho que sea a la baja, del mercado europeo.