Los efectos de la pandemia de COVID-19 y la crisis de los conductores, así como la inflación y la invasión rusa de Ucrania, han dibujado un escenario en el que el precio de los camiones ha ido en aumento. Pese a todo, el sector del transporte profesional sigue demandando vehículos industriales pesados por encima de la propia oferta. Una situación muy rentable y favorable para los fabricantes de camiones que sólo ven frenados sus beneficios por la capacidad productiva de sus factorías.

La demanda de tractoras y otros tipos de vehículos pesados va en aumento en los grandes mercados de la Unión Europea, pese a que los precios están impulsados por la inflación. En este sentido, los fabricantes se ven beneficiados por la sólida cartera de pedidos que han ido acumulando durante el último año por la escasez en el suministro de chips y conductores, ya que eso obligó a reducir la producción. Incluso si los libros de pedidos se cerraron de forma temporal, la demanda sigue siendo muy alta.

Si bien existe este efecto ‘acumulativo’, detrás de la gran demanda del sector del transporte de mercancías por carretera de nuevos camiones se dibuja también el efecto de recuperación en la economía que se ha extendido a nivel general tras la pandemia de COVID-19, incluso si la invasión rusa de Ucrania o la reciente inflación están frenando esta recuperación. En cualquier caso, el flujo de pedidos de camiones no cesa para los fabricantes.

Está claro que, en este escenario, las marcas que fabricante los camiones están obteniendo una situación extremadamente positiva y favorable. La alta demanda actual, la elevada antigüedad de la flota de camiones existente en toda Europa y la fuerte acumulación de pedidos provocan que todo camión que se fabrica tenga una salida inmediata al mercado. Las previsiones para lo que resta de ejercicio y 2024 se mueven en la misma línea.