La Asociación de Transportistas Autónomos (ATA) ha mostrado su profunda preocupación por los efectos que puede tener en el gremio la obligatoriedad de incorporar a los vehículos que se dedican al transporte por carretera el nuevo tacógrafo inteligente de segunda generación. Cabe recordar que este dispositivo será obligatorio para operar fuera de España antes de finalizar 2025, lo que obliga a los profesionales que ya cuentan con un tacógrafo inteligente a renovar esta herramienta de manera particular.
En el caso de los vehículos nuevos no hay problema, ya que los fabricantes de camiones y otros tipos de vehículos industriales incorporarán este dispositivo de segunda generación en sus nuevos modelos casi sin sobrecoste alguno. Sin embargo, para los transportistas autónomos que ya tienen un tacógrafo digital y deben actualizarlo, este desembolso supone un problema importante. Con todo, esta cuestión no es la más compleja de todas, ya que la preocupación de ATA va por otro lado.
Desde ATA señalan que hay serias dudas de que haya suficiente cantidad de tacógrafos digitales de segunda generación para que todos los transportistas autónomos y empresas que tienen que incorporar este elemento a sus vehículos puedan hacerlo. Un problema de stock que puede generar, a juicio de ATA, un mayor retraso en los periodos de entrega de los vehículos comprometidos a día de hoy. Además, la amortización de la instalación de este dispositivo en camiones muy antiguos será prácticamente nula.
Para Antonio Villaverde, presidente de ATA, la implantación de este nuevo modelo de tacógrafo digital «es un motivo más que incrementa la inseguridad sobre el futuro inmediato, ya que actualmente no sabemos cómo serán los vehículos del día de mañana. Si algo está claro es que las políticas ambientales no nos permitirán seguir conduciendo los actuales, pero poco más. Sin embargo, seguimos obligados a invertir en vehículos que posiblemente mañana no podamos utilizar».