Dentro de las imágenes que regala la Navidad, las colas kilométricas de camiones en alguna de las fronteras de la Unión Europea son algo muy habitual, por desgracia. Quizá el ejemplo más cercano y recordado es el gigantesco atasco que se formó en Dover con la llegada del Brexit, pero lo cierto es que, por uno u otro motivo, las congestiones fronterizas se repiten año tras año en estas fechas. Aunque para ser justos, las imágenes de cientos de camiones parados en las fronteras son algo cotidiano, más en el contexto actual.
La invasión rusa de Ucrania ha dibujado un nuevo escenario, bastante más complejo, en el transporte de mercancías por carretera europeo. Con todo, uno de los mayores atascos en un paso fronterizo durante la Navidad se ha producido lejos de las rutas habituales en las que el conflicto bélico puede tener importancia. Y es que cientos de transportistas han pasado el día de Navidad con sus camiones en la frontera rumana de Galati, dibujando una imagen con colas de camiones que se extendían por decenas de kilómetros.
El gran problema es que muchos de los chóferes han tenido que pasar el día de Navidad no ya lejos de su familia, sino en condiciones casi inhumanas. De hecho, muchos de los conductores se han quedado sin agua y comida durante su estancia en el punto fronterizo de Galati, porque además no hay comercios en la zona. Además, las duchas y los baños también brillan por su ausencia, por lo que los conductores han tenido que cubrir sus necesidades básicas como han podido.
Aunque la policía fronteriza estaba de servicio y ha intentado agilizar el proceso, así como dar atención a todos los conductores, la gran cantidad de camiones a la espera de cruzar este paso fronterizo era demasiado grande, lo que llevó a tiempos de espera para algunos conductores de más de 30 horas. Incluso los transportes TIR han sufrido esperas superiores a una jornada, situación que se ha extendido a días posteriores. Con todo, las autoridades esperan que la situación esté normalizada antes de Año Nuevo.