El sector del transporte de mercancías por carretera agoniza ante el salvaje y descontrolado aumento de los precios del combustible. El precio medio del litro de Diésel ha crecido un 63% a nivel mundial desde enero de 2021, si bien gran parte de este aumento se ha concentrado en los últimos meses tras el estallido de la invasión rusa de Ucrania. La incertidumbre que genera el conflicto no permite vislumbrar el final de este aumento de los precios, incluso cuando en la última semana parece que se ha dado un pequeño respiro.

Aunque los usuarios en general y el transporte de mercancías por carretera en particular son los más afectados por este aumento del precio del Diésel, lo cierto es que hasta los grandes operadores están sufriendo sus secuelas. De hecho, el margen de estos operadores, según datos de IRU, ha caído un 9% en los dos últimos meses, por lo que su beneficio neto está por debajo del 3%. Además, el aumento del precio del combustible provoca de manera directa e indirecta el aumento de los precios prácticamente todos los productos, impulsando la inflación de la economía a nivel mundial.

IRU ha solicitado un mecanismo de ajuste de los impuestos especiales sobre el combustible para los operadores de transporte comercial, buscando así seguridad a corto plazo y evitar el colapso parcial de la cadena de suministro por la inflación. De hecho, un reciente estudio señala que Alemania, como potencia económica europea, debería aplicar una reducción temporal de los impuestos especiales sobre los combustibles del 87% para asegurar que los operadores de transporte pueden desarrollar su labor sin caer en pérdidas.

Además, IRU señala que por las enormes diferencias existentes entre los impuestos que se aplican a los distintos modos de transporte comercial (96%), los gobernantes deben aplicar un factor de corrección para que todos los actores del transporte global paguen el mismo impuesto sobre el combustible. Sólo así se conseguirá una descarbonización unificada, aunque siempre de la mano de medidas eficiencia. En el caso del transporte por carretera, se debe apostar por los camiones eléctricos, híbridos, de hidrógeno y con combustibles menos contaminantes.