El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana no parece ser capaz de atender las necesidades del sector. Y mientras centra sus esfuerzos en dar forma la modelo de pago por uso de las autovías y otras vías de alta capacidad, otros ‘proyectos’ parecen haber caído en el olvido. De hecho, el Ministerio de Transportes acumula más de 18 meses de retraso en la aplicación de la Directiva Europea que regula el CAP, la formación obligatoria para conductores profesionales que quieran desarrollar la labor.

Sorprende en gran medida que con todo lo aprendido en la pandemia, el Ministerio de Transportes no agilice la aplicación de la Directiva Europea que regula el CAP y que permite la teleformación como complemento a la formación presencial en distintas áreas y objetivos de aprendizaje. El sector no entiende el retraso injustificado del Ministerio para permitir la teleformación, ya que es una medida que facilita la conciliación laboral entre los conductores y transportistas. Parece importar poco este último punto.

De hecho, desde el sector del transporte de mercancías no se entiende la postura tan pasiva del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, ya que la teleformación ofrece grandes ventajas que permitirá a los conductores profesionales pasar más tiempo con su familia. Precisamente la falta de una conciliación familiar es uno de los graves problemas del sector y que potencia la paupérrima imagen que tiene la actividad entre los jóvenes, lo que a su vez afecta a la necesaria renovación generacional.

Aunque esta medida permitirá mejorar la calidad de vida de los trabajadores e incluso mejorar la competitividad de las empresas en una situación compleja, el Ministerio de Transportes sigue sin dar el paso decisivo para la adopción de la teleformación en el CAP. Parece inconcebible que en la situación actual en la que faltan conductores profesionales para llevar a cabo los servicios de transporte de mercancías por carretera se pongan barreras en la formación de los chóferes que ya están en el sector.