Los agentes de la Guardia Civil han desarticulado una red dedicada a la comercialización de gasóleo manipulado en España procedente de varios países europeos. Para tal fin, esta red se valía de gasolineras ‘low cost’ situadas en toda la costa mediterránea. En este grupo delictivo participaban personas de distintos perfiles, incluidos transportistas extranjeros. Estos eran los encargados de traer el combustible adulterado a España, mientras que transportistas patrios asumían su distribución en la región de influencia de la banda.

La operación ‘Casinos-Brulajo’ ha terminado con la detención de 22 personas procedentes de países como España, Polonia, Ucrania, Argelia y Georgia, así como con la investigación de más de 200 personas, entre físicas y jurídicas. Entre todos daban forma a una banda perfectamente organizada que tenía estudiado al milímetro los procedimientos para introducir el gasóleo en el país y para llevar a cabo su comercialización sin levantar sospechas a través de una cuidada red de gasolineras ‘low cost’ situadas en Valencia y la costa mediterránea.

Según explican los agentes, los miembros de esta banda asentada en Europa del Este habían dado forma a un buen número de sociedades instrumentales y testaferros con los que poner las bases para el transporte del gasóleo desde distintos países europeos a España una vez que el combustible había sido modificado para eludir pagar el impuesto especial de hidrocarburos. Organizados en células independientes en España para preservar el éxito del conjunto si una de ellas caía. Estas células se encargaban de recibir el combustible transportado por chóferes profesionales extranjeros.

Una vez en España, el gasóleo modificado era almacenado en al menos diez gasocentros, tres ya identificados en Valencia y uno en Murcia. Después se distribuía a estaciones de servicio ‘low cost’ de marca blanca a través de una red de 14 camiones pertenecientes a transportistas de hidrocarburos españoles. De esta forma, la organización eludía el impuesto especial sobre los hidrocarburos y ofrecían que sus clientes eludieran el pago del IVA repercutido. A su vez, las estaciones de servicio ‘low cost’ conseguían romper el mercado con precios más baratos, ejerciendo una competencia desleal.