El Paquete de Movilidad ha entrado en vigor con la clara intención de limitar las actividades de cabotaje ilegal, así como la acción de las empresas deslocalizadas y el empuje de compañías de Europa del Este con prácticas de competencia desleal. Sin embargo, estos problemas están muy enraizados en el sector y no parece que se pueda encontrar una solución cercana incluso si la normativa es mucho más estricta. Al final, los trabajadores transitarios y empresas de Europa del Este ya han conquistado más del 40% del mercado de transporte europeo.
Uno de los puntos clave de la normativa de la Unión Europea en materia laboral es garantizar el derecho de cualquier ciudadano a poder trabajar en cualquier Estado miembro. Esto es un derecho documentado de cualquier ciudadano de la Unión Europea, lo que dibuja un marco de libre circulación de trabajadores dentro del mercado interior común, más allá de la situación actual, en la que esta circulación se ha limitado como consecuencia de la pandemia de COVID-19. Una libre circulación de trabajadores que dentro del sector transporte se ha revertido en una situación negativa.
Las condiciones laborales existentes entre los empleados del sector transporte son diferentes entre los Estados miembro. Esto dibuja una situación de desigualdad, aunque las normativas nacionales buscan asegurar que los trabajadores extranjeros tengan el derecho a las mismas condiciones económicas y laborales que los trabajadores locales. Sobre el papel, la regulación lo indica, pero la realidad es que hay soluciones alternativas y muy pocos controles que certifiquen esta igualdad ante el papel de los trabajadores transitarios. Y así queda patente en la realidad el sector transporte.
Las prácticas de empresas deslocalizadas, la presión de las compañías de Europa del Este y las malas prácticas de los transportistas de esta región hacen que la igualdad objetiva que marca el reglamento se agua de borrajas. De hecho, los conductores no cumplen los tiempos de conducción y descanso obligatorios, los descansos semanales y la normativa de cabotaje, mientras que las empresas no cumplen con los salarios locales. El ‘dumping’ social es evidente y los transitarios de Europa del Este han conquistado más del 40% del mercado de transporte europeo.