La electrificación de los vehículos de transporte de mercancías por carretera avanza a paso aún lento, en una situación no muy diferente a la que se vive en el sector automotriz en general. Sin embargo, la organización ecologista Transport & Environmente (T&E) ha puesto de relieve que los camiones eléctricos pueden llegar a tener un precio similar o ser incluso más baratos que los vehículos Diésel en 2024, siempre que se den una serie de condiciones y se aprueben medidas para fomentar el uso de este tipo de camiones.

Según el estudio presentado por T&E, los camiones eléctricos pueden llegar a ser más baratos que los Diésel en 2024 siempre y cuando se eliminen los impuestos sobre la electricidad que hay en distintos países, se acabe con la rebaja existente para el combustible Diésel y se dibuje un programa de incentivos para la compra de camiones eléctricos. Un escenario en cualquier caso optimista y que es difícil que refleje la situación real del sector a corto y medio plazo, con una eclosión real de la movilidad eléctrico en el sector transporte de cara a la próxima década.

De hecho, el informe de T&E pronostica que el verdadero aumento en las ventas de camiones cero emisiones no llegará hasta 2030, siempre asociado a los objetivos cada vez más exigentes para descarbonizar el transporte de mercancías por carretera. Al final, el texto de la Ley de Movilidad y el plan para descarbonizar el sector transporte en 2050 de la Unión Europea es muy claro y adelanta un escenario en el que se estima que en la próxima década el 30% de los camiones nuevos serán eléctricos en los mercados más fuertes de Europa.

En este aspecto, desde T&E señalan que la manera más eficiente y rentable de electrificar los camiones pasa por la utilización de la electricidad renovable, tecnología que ya está disponible. Sin embargo, esta realidad debe ser acompañada por medidas estatales como la reducción de los impuestos sobre la electricidad usada por los camiones eléctricos, tal y como se hace con los trenos, metros, tranvías y autobuses. El modelo alemán, con los incentivos a la compra de vehículos de transporte electrificados se dibuja como el modelo a seguir por otros países.