La precariedad en el sector del transporte de mercancías por carretera es palpable. Sólo hay que mirar la realidad de los chóferes en su día a día para comprobar las difíciles condiciones en las que trabajan muchos de ellos. Sin embargo, hay casos que son especialmente sangrantes, como es el trato que reciben los conductores filipinos en los países escandinavos. Y para ejemplo las condiciones de una empresa sueca, con sede en Letonia, que abusaba de sus trabajadores por un sueldo miserable.
Esta compañía de origen sueco pagaba 670 al mes a chóferes filipinos para que desarrollasen su trabajo en condiciones penosas. No obstante, obligaba a los conductores a comer y vivir durante un año en sus camiones, sin que tuvieran derecho a vacaciones. A la finalización de este periodo de tiempo y para no tener que pagar estas vacaciones a los chóferes, la compañía mandaba a los conductores filipinos a su país de origen por 45 días para poder así recontratarles de nuevo por un periodo de doce meses.
Izaskun Bilbao, eurodiputada vasca, ha sido la encargada de denunciar las condiciones laborales de esta compañía. De hecho, la política española ha solicitado de una manera formal a la Comisión Europea que investigue las prácticas de esta compañía sueca y que se apliquen las sanciones más duras posibles. Además de las críticas condiciones de los conductores filipinos, esta compañía utilizaba su sede en Letonia y su laxa normativa para beneficiarse de las prácticas ventajosas e ilegales de las conocidas como ‘empresas buzón‘.
El tibio reglamento de los países del Este de Europa en materia de transporte es un reclamo para las prácticas más turbias. Con una legislación así, el trato discriminatorio y abusivo con los chóferes está a la orden del día entre las empresas deslocalizadas, compañías que ‘huyen’ de sus países de origen donde la normativa sí es más dura. Precisamente estas prácticas son las que ponen de relieve la necesidad de aprobar el Paquete de Movilidad que regule de forma global el mercado del transporte europeo con idénticas condiciones en cada país. Se estima que 150.000 conductores de terceros países trabajan en Europa en condiciones inaceptables.