El virus de la Coronación (COVID-19) sigue extendiéndose por todo el mundo. En una situación que cambia rápidamente, los impactos de la pandemia en la vida diaria de las personas, empresas y gobiernos crecen cada hora.
La preocupación más inmediata del sector del transporte por carretera es mantener las cadenas de suministro, especialmente de productos esenciales como los alimentos y los artículos médicos, de la forma más segura posible para los trabajadores del transporte y los ciudadanos y respetando las últimas directrices gubernamentales pertinentes.
El sector está haciendo todo lo posible por hacer frente a una situación difícil, con normas y restricciones que cambian rápidamente y, a menudo, de manera desordenada o descoordinada. Sin embargo, la industria se toma en serio su responsabilidad social de seguir funcionando lo mejor posible en la crisis.
La IRU y su red de miembros siguen vigilando la situación en las regiones y a través de las fronteras, asesorando a las empresas de transporte sobre cómo hacer frente a la pandemia y sus repercusiones. La IRU ha puesto en práctica planes de crisis y continuidad, incluidas medidas preventivas para proteger al personal.
El transporte de personas y mercancías necesita de las carreteras. La producción y distribución de casi todos los bienes del planeta depende, en algún momento, de los servicios prestados por los operadores de transporte por carretera.
La carga económica es elevada, y cada vez mayor, tanto para los trabajadores como para los propietarios de las empresas. Están haciendo todo lo posible por mantenerse a flote, sin embargo, el funcionamiento de las cadenas de suministro y la movilidad de los trabajadores esenciales dependen de que permanezcan en el negocio.
Para mantener las redes de transporte por carretera en funcionamiento, la IRU pide a los gobiernos y autoridades, así como a los bancos y las instituciones financieras, que adopten diversas medidas temporales para ayudar a aliviar la carga de la crisis en los operadores.