Reino Unido no es miembro de la Unión Europa desde febrero. Pese a todo, el país mantiene su acceso al mercado común hasta final de año y, por lo tanto, sigue siendo parte de la unión aduanera hasta entonces. Sin embargo, los plazos para negociar los distintos acuerdos comerciales que regularán la relación entre el Reino Unido y los países miembros son reducidos y la posición de fuerza que intentan ejercer ambas partes ponen en peligro la nueva organización de la comunidad comercial.

El Brexit ha dibujado un nuevo punto de tensión en la economía europea. De hecho, algunos expertos señalan que las exportaciones europeas al Reino Unido se verán cargadas con 4.900 millones de euros de aranceles por ejercicio sin un acuerdo de libre comercio. Una cifra del todo mareante y que obliga a que exista un acuerdo entre ambas partes. Sin embargo, el gran volumen de negociaciones y el calendario para redactar este acuerdo de libre comercio deja muy poco margen de maniobra. Una falta de planificación que puede salir muy cara.

Más allá de los plazos existentes, también existe un pulso hegemónico entre ambas partes, si bien el discurso oficial es muy distinto. Desde las islas se señala que Reino Unido tiene un gran compromiso por encontrar un modelo en el que ‘competir’ entre amigos, aunque se señala que el nivel de exigencia es mayor que en la Unión Europea en ocasiones. Sin embargo, la unión aduanera es cuestión del pasado y potencias como Alemania ya han puesto límites y no llegarán a un acuerdo comercial a cualquier precio.

De hecho, desde Alemania se exige que Londres no vaya por detrás de las normas de la Unión Europea en aspectos como las condiciones laborales, la política de ayudas estatales o en el campo de las políticas medioambientales. Mientras tanto, los expertos señalan que un mercado sin aranceles y cuotas, sólo posible en condiciones justas, sería el escenario ideal. Sin embargo, el Brexit sin acuerdo sigue siendo un peligro muy real, ya que ambas partes deberán ceder más de lo que están dispuestas.