2018 ha roto la tendencia al alza en la siniestralidad vial de los últimos dos años y ha cerrado con 1.180 fallecidos en accidente en las carreteras interurbanas, 18 menos que en 2017, pero también con una cifra que empaña estos mejores resultados: 135 peatones muertos en atropello, 44 más que un año antes.
Un total de 594 fallecidos viajaba en turismo (55 muertos menos que en 2017), 64 en furgoneta (11 menos), 61 en camiones (8 más), 11 en autobús (9 más) y 38 en otros vehículos (15 más).
Por sexo, el 80 por ciento de los conductores fallecidos eran hombres y por tipo de vía, el 74 por ciento perdió la vida en las convencionales (877), aunque la siniestralidad en estas carreteras han bajado un 4,5 %.
Precisamente, esta cifra preocupa especialmente al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, como, acompañado por el director general de Tráfico, Pere Navarro, ha reconocido el balance de la accidentalidad vial del año que acaba de terminar.
Un balance que contabiliza las víctimas mortales registradas en las 24 horas siguientes al accidente y solo en la vías interurbanas, por lo que, tras dos años de subida de la siniestralidad, 2018 ha finalizado con un descenso del 1,5 por ciento.
No obstante, si se tienen en cuenta los datos consolidados (víctimas mortales a 30 días del accidente -durante la hospitalización- y fallecidos en vías urbanas), fueron cuatro años consecutivos en los que subió la siniestralidad, pero habrá que esperar a mediados de año para comprobar si en ese cómputo global de 2018 rompe esa tendencia del último cuatrienio.
Según los datos facilitados por Marlaska y Navarro, además de los 1.180 fallecidos, 4.515 personas resultaron heridas graves y precisaron hospitalización en los 1.072 accidentes mortales registrados en 2018, lo que supone una reducción del 7,6 por ciento en el número de lesionados respecto a 2017, es decir, 379 menos.
Y el año concluyó así gracias a los meses de septiembre, octubre y noviembre, cuando el descenso de la mortalidad fue del 9,5 por ciento, y después de un verano «atroz», en palabras de Marlaska, ya que en julio y agosto murieron 256 personas, 31 mas que en lo mismos meses de un año antes.
Un descenso de la «violencia vial», como lo denomina Marlaska, a pesar de que el número de desplazamientos ha aumentado un 2 % (7,9 millones más), el parque de vehículos un 3 % hasta llegar a los 33,7 millones, y el censo de conductores un 1 %, con 26,8 millones en la actualidad.
Algo preocupa especialmente a las autoridades de Interior y es el aumento (un 48,4 %) del número de peatones muertos atropellados, que han pasado de 91 en 2017 a 135 el año recién finalizado. Además, 49 de ellos lo fueron en autovías o autopistas.
No solo eso. Porque además, el 20 por ciento de ellos muere en autovías y autopistas.
Los peatones están incluidos, junto con los usuarios de bicicletas, ciclomotores y motocicletas, en lo que la DGT llama colectivos vulnerables, que en conjunto suman 412 del total de fallecidos, con 16 más que en 2017.
Y entre ellos, han disminuido especialmente los motoristas fallecidos, con un total de 211, es decir, 31 menos y un descenso porcentual del 12,8 %. También ha bajado la siniestralidad de los ciclistas en las vías interurbanas, con 36 víctimas morales (7 menos).